LA PAZ EN EL MUNDO
La Paz es un concepto de moda en nuestros días, pero no del modo que
realmente nos preocupa como seres humanos. “La Paz mental, la Paz física, la
Paz con uno mismo”, son algunos ejemplos de diversos comerciales que copan
todas las pantallas televisivas a lo largo y ancho del país (y del mundo). Bien
es cierto que es algo muy importante el tener Paz con uno mismo, el quererse,
respetarse y perdonarse, además de llevar una buena vida saludable y lograr esa
Paz física que tan bien nos va a hacer sentir.
No van por aquí los tiros de lo que se pretende expresar aquí hoy. Sí
que es bueno mantener una buena salud y un buen aspecto físico, pero somos polvo
y en polvo nos convertiremos; por tanto, la Paz física es un medio, pero nunca
será un fin. Estas “paces” que nos ofrece el mundo están ligadas directamente a
la dimensión individual de la persona, llegando al punto de convertirse en
micronarcisismos si se hace de ellos un medio o un fin inadecuado. Retomando la
dimensión individual, el ser humano se hace así mismo en la medida en la que se
da a una sociedad, en la que se relaciona con sus iguales, compartiendo
la libertad que posee por naturaleza para/con ellos. El problema llega cuando
la sociedad parece oprimir tu libertad o la de tu grupo de gente o político.
Enseguida se hacen manifestaciones, concentraciones y mil actos para lograr que
esa situación cambie, pero ¿qué pasa con la libertad de los demás? ¿qué pasa
con la libertad del resto de personas que no comparten tus ideas? Os lo diré de
una forma dura pero realista: muerte
En pleno Siglo XXI, se están viviendo auténticos éxodos humanos,
migraciones masivas, refugiados y , sobre todo, guerra, muerte y persecución,
principalmente en Oriente. En los telediarios continuamente nos toca frotarnos
los ojos con los atentados del ISIS que dañan nuestra rica Europa, pero lo que
no nos cuentan o a lo que no damos tanta importancia son los verdaderos
genocidios que se cometen en Siria, Pakistán o Afganistán contra toda persona
que se opone a la voluntad de los grupos dominantes Y es que los medios de
comunicación nos maquillan la realidad: ofrecen noticias sesgadas
políticamente, evitan mostrar lo que no interesa de nuestro país y, en el
hipotético caso de que hablen de guerras en otros países, nunca nos explican el
origen de las mismas. Si no, pensemos por un momento. ¿Cuántos niños quedan
huérfanos al día a causa de esos conflictos? Sin embargo, sabemos cuáles han
sido los mejores goles de la última jornada de Primera División. ¿No
es esto acaso una privación de libertad? Por supuesto que sí, pero no veremos
manifestaciones pidiendo Paz o clemencia. Todo queda reducido al día 30 de
enero de cada año, donde conmemoramos el ´Día de La Paz´ mientras unos países
se bombardean entre ellos, mientras la gente muere diariamente por defender su
libertad.
Y es que el ser humano es un ser imperfecto y testarudo capaz de
tropezar varias veces con la misma piedra. Ya tuvimos dos antecedentes el siglo
pasado con dos guerras terribles que destrozaron el mundo de aquel entonces. Si
la cosa no cambia, vamos irremediablemente dirigidos a una tercera guerra
mundial con armas químicas y atómicas. Eso sí, tras esta guerra la cuarta se
luchará con palos y piedras, ya que nada quedará en el mundo.
Puede parecer que este tema de la paz es algo lejano en lo que apenas
podemos poner nuestro granito de arena, ya que la codicia humana no conoce
límites y más en un mundo globalizado donde prima el capital por encima de las
personas. Obviamente, resulta complicado pensar en actuar individualmente de
tal manera que pongamos fin a la guerra. No obstante, podemos hablar también de
paz a pequeña escala, paz en nuestro entorno más cercano. ¿O acaso no nos toca
vivir enfrentamientos con familiares, amigos o compañeros de clase? Esas pequeñas
guerras en las que participamos en nuestro día a día también requieren de esa
relación de armonía, sin enfrentamientos ni conflictos, de la que la RAE habla
en una de sus definiciones de paz. Y es que la paz empieza con pequeños gestos
que poco a poco acabarán formando un gran movimiento con repercusión a nivel
mundial.
Como individuos podemos hacer bien poco para revertir esta situación, pero
desde nuestra experiencia individual se puede hacer mucho bien a esta sociedad
dando Paz a quien la necesite, volviendo a ser humanos.
Es algo curioso que en un mundo donde queremos promover la Paz, los
países fabriquen más armas que nunca para garantizarla. Suena irónico, pero
tristemente es cierto. Actuamos como abanderados de la paz mientras nos estamos
aprovisionando de armas para estar preparados en caso de que la cuerda se tense
tanto que acabe rompiéndose. De todas formas, no hay que rendirse ni poner
muros para evitar problemas, como quiere hacer algún brillante presidente. Para
lograr la Paz no hay que hablar con el amigo sino amar al enemigo, tender
puentes hacia la concordia, la democracia, la libertad y, sobre todo, el
derecho a la vida del que se ven privados tantos y tantos inocentes. Sólo así
se puede aspirar a la Paz. Puede parecer una batalla perdida, pero alguien
tendrá que librarla.